Un nuevo testimonio médico refuerza la hipótesis de que Michael Jackson padecía una adicción a los analgésicos desde mucho tiempo antes de su muerte por consumo de propofol. Así lo aseguró un doctor que acompañó al “Rey del pop” en la gira mundial de “Dangerous”, en 1993.
Stuart Finklestein, quien compareció en el juicio que enfrenta al clan Jackson con la productora AEG, dijo que en aquella época le inyectó una dosis del potente analgésico demerol y le aplicó morfina por vía intravenosa durante 24 horas.
Finklestein, amigo de Paul Gongaware,
manager de la gira “Dangerous”, miembro de AEG y uno de los acusados en
la demanda presentada por la familia del artista, detalló cómo fue el momento en el que Allan Metzger, el médico de Jackson en Los Angeles, le recomendó que le administrara una dosis de demerol al cantante para el dolor de cabeza que sufría.
“Sus nalgas estaban tan llenas de cicatrices y pus que la jeringuilla casi se dobló. Obviamente había recibido múltiples inyecciones en esa zona antes de llegar a Bangkok”, indicó el médico, que pasó las 24 horas siguientes dándole morfina a Jackson hasta que se encontrase lo suficientemente bien como para subir al escenario.
Por esa época y tras dos conciertos suspendidos por una supuesta deshidratación, el médico indicó que Jackson comenzó a usar parches de duragesic, empleados para controlar los dolores crónicos moderados a intensos, que contiene el opiáceo “fentanilo” y que es absorbido por la piel.
Además, sostuvo que empleados del cantante recibían recetas para fármacos que finalmente usaba el propio artista, como es el caso de su maquilladora, Karen Faye.
Finklestein indicó que advirtió a los promotores de esos conciertos de que Jackson era un “adicto”, pero nadie le creyó. Según su testimonio, también advirtió a Gongaware de que Michael había desarrollado una adicción por los opiáceos.