Los Amigos Invisibles: "Todavía hay un camino"

Si un repertorio musical incluye funk, salsa, merengue, disco, acid jazz y letras cargadas de romanticismo, erotismo y humor no se trata precisamente de una sesión de 'hora loca', seguramente se estará ante un set de Los Amigos Invisibles, la banda venezolana cuya gozadera ha puesto a bailar a locales y extranjeros.

A lo largo de veintidós años de carrera musical se han mantenido fieles a su esencia, no en vano se les puede identificar con tan solo escuchar los primeros segundos de cualquiera de sus temas. Sin embargo, disco a disco dan cuenta de su evolución.

Así lo describe Juan Manuel Roura "Mamel", baterista de la banda: "al pasar los años, las personas crecen, las prioridades cambian y con ello también cambia la inspiración y el cómo se asume la profesión. Los Amigos no es la excepción, la banda ha madurado muchísimo, somos mejores músicos y eso ha generado cambios a nivel artístico, personal y profesional".

"Durante estos 22 años de trayectoria, la banda ha sido influenciada por múltiples corrientes y estilos musicales, culturas y patrones sociales que han dado un carácter único a cada uno de los discos que hemos hecho", continúa "Mamel", quien asegura que la firma del contrato con la disquera Luaka Bop, de David Byrne, y la mudanza de la banda a La Gran Manzana, han sido los eventos clave que marcaron un antes y un después para Los Amigos Invisibles. La conquista del mercado internacional era tan solo un sueño cuando Byrne llegó ante Los Amigos con un contrato para grabar con su disquera, y los envía de gira por el mundo, logrando que poco a poco se den a conocer a internacionalmente. La decisión de mudarse a Nueva York vino después, con un tercer disco y dos nominaciones para los Grammy. 

Doce años después y ya con un Grammy Latino (2009) bajo el brazo, Los Amigos consideran que la internacionalización no ha terminado. "Abrirnos paso en el extranjero no ha sido tarea fácil, hacen faltan muchos eslabones en la cadena para lograr penetrar en el exterior. Como banda estamos consolidados, pero para consolidarnos en el mercado extranjero, todavía hay un camino por recorrer", asegura el percusionista Mauricio Arcas "Maurimix".

Además del reto que significa abrirse paso fuera de Venezuela, el vocalista Julio Briceño "Chulius" destaca las dificultades que se encuentran en la ruta al éxito: "dejar tu zona de confort, tener que empezar casi de cero, mantenernos juntos, estar lejos de casa, que tus seres queridos te apoyen en algo que saben que mientras mejor vaya más tiempo fuera de casa estarás", a lo que agrega la carga física que supone vivir entre aeropuertos y tarimas.

Sin embargo, no todo es sacrificio, pues vivir en el extranjero les ha permitido trabajar con reconocidos artistas, muchos de ellos sus propios ídolos, como Dave Matthews Band. Junto a ello, el ir y venir de giras por más de 60 países les ha brindado horas de aplausos.

"La gente siempre responde bien cuando ve a un artista disfrutando de lo que hace en un escenario, sin importar la lengua que hable. Disfrutamos lo que hacemos y entregamos nuestro mejor esfuerzo para que la gente lo sienta así", comenta el bajista José Rafael "El Catire" Torres.

Entre gira y gira, surgen momentos que ponen a prueba el temple de la banda y destacan su capacidad para enfrentar la vida con humor. El guitarrista, José Luis Pardo "Cheo", recuerda una oportunidad en la que explotó el motor del avión donde viajaban: "No teníamos ni quince minutos volando, yo me estaba quedando dormido y ¡bum! ¡chacalaplan!... El motor de mi ventana echando humito negro. "El Catire" no estaba con nosotros en ese viaje y yo solo pensaba que él se iba a quedar con todo el dinero de los shows que acabábamos de hacer".

Además de dividendos, los conciertos por el mundo van dejado numerosas experiencias, que crean vínculos con lugares que se convierten en parada obligada en cada gira. Uno de esos lugares es México, "El Catire" no duda en asegurar que la conexión que han logrado allí es especial, pues va más allá de la acogida que el público ha dado a sus presentaciones y se basa en un vínculo cultural e idiosincrásico.

No obstante, el lazo con Venezuela no se desata. Su momento internacional más estelar se vincula al país: "recuerdo con más cariño y emoción el tocar en el Hollywood Bowl con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles dirigida por Gustavo Dudamel", destaca el tecladista Armando Figueredo.

Vivencias así no faltarán es esta historia que apenas comienza. Mientras tanto, "Cheo" lanza sobre el tapete algunos de los sueños por cumplir para una banda que a donde va prende la rumba: "la ópera rock, la película de espionaje, el disco de salsa, la gira por Japón, el concierto por la paz, más giras, más discos, más canciones y más gozadera". ¡Qué siga la fiesta!
 
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