No entendía lo que estaba ocurriendo. De pronto dejó de escuchar las
risas del público y vio que muchísimas personas comenzaron a correr de
un lado a otro. Norkys Batista dice recordar cada detalle de la
presentación de su obra teatral Orgasmos en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela como si fuera una escalofriante pesadilla.
"De pronto se abrieron las puertas del teatro, lanzaron las bombas lacrimógenas, y el público comenzó a correr. Yo no sabía qué era lo que estaba pasando. Solo veía que las 2.750 personas que estaban en el Aula Magna lanzaban gritos y corrían despavoridas", cuenta Batista, que más tarde se enteró de que un grupo de antisociales había saboteado su presentación.
Lo único que pasó por su cabeza, dice, fue su hijo Sebastián. "Él no estaba en el Aula Magna, pero iba a buscarme al finalizar la función, así que yo no sabía si ya había llegado, y de inmediato corrí hacia el camerino. La sensación fue sumamente desagradable. Por unos segundos sentí que me iban a matar y que iba a dejar a mi hijo solo".
Las lágrimas, la desesperación, el estupor y la frustración, cuenta, vinieron después. La exmiss y actriz venezolana jura no entender cómo fue que los venezolanos llegamos a dividirnos y a sentir tanto odio en los últimos años.
Y eso que se lo habían advertido. Sus amigos chavistas, que los tiene, la llamaron por teléfono para advertirle que debía cuidarse, pues tras el episodio vivido en el Hotel Venetur de Puerto La Cruz -donde le impidieron presentarse dos semanas atrás por su tendencia política a favor del candidato de la oposición, Henrique Capriles Radonski-, cualquier cosa podía suceder. Pero nunca pensó, confiesa, que alguien podría llegar "a semejantes extremos".
"¿Qué nos queda? Una gran reflexión: tenemos que rescatar los valores que hemos perdido. Tenemos que sensibilizarnos. Tenemos que dejar a un lado el odio. Tenemos que respetarnos. Tenemos que aceptar y tolerar a quienes piensan distinto. No debemos perder el tiempo en tratar de justificar este tipo de acciones que de ninguna manera tienen justificación. Tenemos que llamar a la paz, a la tranquilidad y a la reconciliación. Eso es lo que necesita el país", dice ella ahora que pasó el susto.
Aún no puede olvidar, sin embargo, que el Sindicato Independiente de Actores no la llamó para solidarizarse con ella cuando le impidieron presentarse en el Hotel Venetur, y que tampoco ha recibido una llamada telefónica o un comunicado en esta ocasión.
"Yo quiero mucho a Roberto Messuti, quiero mucho a Winston Vallenilla, que es mi amigo, mi pana. Y a Layla Succar la elegí como madrina de mi hijo porque espero de ella que sea una madre el día que yo no esté, y sin embargo, hasta el sol de hoy no he recibido una llamada de ella. Pero no hay rabia. Lo que pido es: 'Vamos a respetar nuestras diferencias, pero seamos conscientes de lo que estamos haciendo", dice Batista, quien asegura haberse levantado ayer de la cama con más fuerza aún para seguir luchando.
"Podría estar temerosa, sentirme insegura y con ganas de no salir de casa, pero no. Al contrario: estoy más fuerte que nunca y con una sola idea en la cabeza.
Salir a votar, dice la actriz de las telenovelas Estrambótica Anastasia, La trepadora y Mi ex me tiene ganas. "No podemos quedarnos en casa. Hay que salir a votar. Por nuestros derechos. Por nuestra libertad. Por el trabajo. Por nuestros hijos. No hay que tener miedo. O por lo menos para amanecer el lunes sonriente", remata.
"De pronto se abrieron las puertas del teatro, lanzaron las bombas lacrimógenas, y el público comenzó a correr. Yo no sabía qué era lo que estaba pasando. Solo veía que las 2.750 personas que estaban en el Aula Magna lanzaban gritos y corrían despavoridas", cuenta Batista, que más tarde se enteró de que un grupo de antisociales había saboteado su presentación.
Lo único que pasó por su cabeza, dice, fue su hijo Sebastián. "Él no estaba en el Aula Magna, pero iba a buscarme al finalizar la función, así que yo no sabía si ya había llegado, y de inmediato corrí hacia el camerino. La sensación fue sumamente desagradable. Por unos segundos sentí que me iban a matar y que iba a dejar a mi hijo solo".
Las lágrimas, la desesperación, el estupor y la frustración, cuenta, vinieron después. La exmiss y actriz venezolana jura no entender cómo fue que los venezolanos llegamos a dividirnos y a sentir tanto odio en los últimos años.
Y eso que se lo habían advertido. Sus amigos chavistas, que los tiene, la llamaron por teléfono para advertirle que debía cuidarse, pues tras el episodio vivido en el Hotel Venetur de Puerto La Cruz -donde le impidieron presentarse dos semanas atrás por su tendencia política a favor del candidato de la oposición, Henrique Capriles Radonski-, cualquier cosa podía suceder. Pero nunca pensó, confiesa, que alguien podría llegar "a semejantes extremos".
"¿Qué nos queda? Una gran reflexión: tenemos que rescatar los valores que hemos perdido. Tenemos que sensibilizarnos. Tenemos que dejar a un lado el odio. Tenemos que respetarnos. Tenemos que aceptar y tolerar a quienes piensan distinto. No debemos perder el tiempo en tratar de justificar este tipo de acciones que de ninguna manera tienen justificación. Tenemos que llamar a la paz, a la tranquilidad y a la reconciliación. Eso es lo que necesita el país", dice ella ahora que pasó el susto.
Aún no puede olvidar, sin embargo, que el Sindicato Independiente de Actores no la llamó para solidarizarse con ella cuando le impidieron presentarse en el Hotel Venetur, y que tampoco ha recibido una llamada telefónica o un comunicado en esta ocasión.
"Yo quiero mucho a Roberto Messuti, quiero mucho a Winston Vallenilla, que es mi amigo, mi pana. Y a Layla Succar la elegí como madrina de mi hijo porque espero de ella que sea una madre el día que yo no esté, y sin embargo, hasta el sol de hoy no he recibido una llamada de ella. Pero no hay rabia. Lo que pido es: 'Vamos a respetar nuestras diferencias, pero seamos conscientes de lo que estamos haciendo", dice Batista, quien asegura haberse levantado ayer de la cama con más fuerza aún para seguir luchando.
"Podría estar temerosa, sentirme insegura y con ganas de no salir de casa, pero no. Al contrario: estoy más fuerte que nunca y con una sola idea en la cabeza.
Salir a votar, dice la actriz de las telenovelas Estrambótica Anastasia, La trepadora y Mi ex me tiene ganas. "No podemos quedarnos en casa. Hay que salir a votar. Por nuestros derechos. Por nuestra libertad. Por el trabajo. Por nuestros hijos. No hay que tener miedo. O por lo menos para amanecer el lunes sonriente", remata.