Los hombres casados que emplean más tiempo en labores del hogar
tradicionalmente femeninas –como cocinar, limpiar y hacer la compra–
tienen menos relaciones sexuales con sus parejas que aquellos que no las realizan, o las realizan poco.
Es la principal y sorprendente conclusión de un nuevo estudio
publicado esta semana en la revista American Sociological Review y
elaborado por el investigador Sabino Konrich, del Centro de Estudios
Avanzados del Instituto Juan March de Madrid.
Según Konrich el estudio muestra la importancia de la socialización
de los roles de género en la frecuencia sexual de los matrimonios
heterosexuales, “las parejas en las que el hombre participa más en
labores domésticas tradicionalmente desempeñadas por las mujeres practican sexo con menos frecuencia”.
Por el contrario, comenta Konrick, las parejas en las que los hombres
realizan labores tradicionalmente masculinas (como trabajar en el
jardín, llevar las cuentas de la casa, o arreglar el coche) presentan
una mayor frecuencia sexual.
El estudio ha sido elaborado a partir de los datos de los matrimonios
heterosexuales estadounidenses que recoge la Estadística Nacional de
Familias y Hogares. La media de frecuencia sexual de los matrimonios
americanos se sitúa en torno a cinco coitos al mes, pero el estudio
muestra como este dato varía de forma significativa en función del
reparto de roles en cada matrimonio.
Para Kornrich, que atendió ayer a El Confidencial, los resultados del estudio “sugieren la existencia de unos guiones sexuales,
divididos por géneros, en los que la imagen tradicional del hombre y la
mujer es importante a la hora de generar deseo y en el momento de
desempeñar el acto sexual”.
Los hombres tradicionales siguen siendo atractivos
Aunque parece claro que la división de las labores del hogar es el
principal factor que determina el “guión” que rige la vida sexual de los
matrimonios, no está tan clara la forma en que éste se establece.
Según Kornich, una de las posibilidades habría sido que los maridos
de parejas con una división de roles más tradicionales presionan, o
incluso fuerzan, a sus mujeres para practicar sexo con más frecuencia,
algo que ha sido desestimado por los investigadores ya que la
satisfacción sexual de las mujeres era correlativa a la frecuencia.
“Si hubiera habido coacción”, comenta el investigador, “pese a que la frecuencia sexual fuera alta, habríamos encontrado un menor ratio
de satisfacción. Pero no lo hemos encontrado”. Por otra parte, parece
que otras variables como la felicidad, la religión o la ideología de
género no afectan en nada a la relación entre reparto de tareas del
hogar y frecuencia sexual.
Una posible explicación, cuenta Kornich, es que “realizar tareas
típicamente masculinas y típicamente femeninas lleva a las personas a
parecer más masculinas y más femeninas, respectivamente, algo que se
asocia con la atracción y la actividad sexual”. Esto, comenta el
investigador, casaría además con el resultado de investigaciones
anteriores que constataron que los adolescentes con los roles de género
más marcados “tienen más sexo, y lo tienen antes, que el resto de
adolescentes”.
Más sexo, sí, ¿pero a qué precio?
Aunque el investigador cree que la cultura de género en España es bastante distinta a la estadounidense, afirma que los roles tradicionalmente masculinos y femeninos despiertan el deseo sexual también en nuestro país.
Un estudio elaborado en 2009 por Cristina Fernández, Almudena Sevilla
e Ignacio Gimenez (investigadores del Banco de España, la Universidad
de Oxford y la Universidad de Zaragoza, respectivamente), que observó el
comportamiento de los matrimonios españoles, constató que la
participación de las mujeres en el trabajo doméstico no disminuía cuando
sus ingresos se igualaban con los de sus maridos.
Esto, según Kornich, “sugiere que las mujeres realizan más trabajo doméstico del
que se podría esperar porque sienten que necesitan demostrar ante sus
maridos una identidad femenina doméstica que compense el rol no-femenino
que cumplen en su trabajo como asalariadas”.
Según Kornrich es evidente que la importancia de los roles de género
ha decaído, “pero continúan ejerciendo una gran influencia en los
comportamientos individuales, incluyendo la frecuencia sexual en el
matrimonio”.
Pero para los hombres que, después de leer esto, están pensando en dejar de fregar y poner lavadoras,
el sociólogo lanza una advertencia, “los hombres que se niegan a ayudar
en la casa pueden hacer que aumente el conflicto en sus matrimonios y
baje la satisfacción marital de sus mujeres”.
Estudios anteriores han confirmado que, independientemente de la
satisfacción y frecuencia sexual, la satisfacción marital de las mujeres
disminuye si los hombres no participan en todas las tareas de la casa.
Con información de elconfidencial.com