De niño a uno le metían miedo con el Coco, un personaje de forma no determinada, con un carácter malévolo tampoco definido y con “cualidades” maléficas que cada padre le endilgaba, según lo tremendo que fuese el niño a, supuestamente, “meter” en cintura. Es decir, si el carricito formaba parte del grupo de los incorregibles sin remedio, el Coco se lo llevababa y no lo devolvía nunca. Si el chamo era más tranquilito, entonces sólo lo asustaba o no lo dejaba dormir.
El tiempo pasó y, por supuesto, la manera de tratar –sólo de tratar– de apaciguar a los tremendos también cambió. El cine y la televisión han tenido mucho que ver en eso.
Hay unos personajes emblemáticos, tomados del cine de terror –o de horror como prefieren definirlo algunos por lo terrible de esas “creaciones”– que han pasado a convertirse en los “Cocos” del nuevo milenio, aunque hayan “nacido” en el pasado.
Freddy Krueger es uno de los preferidos para asustar. El personaje interpretado por Robert Englund tuvo siete Pesadillas en Elm Street, más un bonus junto a otro personaje que asusta mucho no sólo en Halloween, sino en Martes 13, Jason.
Las garras de uno y la sierra de otro son clásicos de susto, aunque las historias dejen mucho que desear, porque no van allá de atacar a gente inocente que hace poco o nada, para que estos personajes de aspecto terrible y peor proceder los agredan.
En los 90, un muñeco sembró el terror en los sueños de los pequeños, porque ejercía una relación amor-odio-miedo en los niños: Chucky, el muñeco diabólico.
Las películas, malísimas, daban terror a los chicos por el aspecto realmente desagradable del protagonista y a los padres por lo vacía de la historia, y del efecto que ejercían en sus hijos, por más que trataran de impedir que vieran esas realizaciones.
No obstante, el gran personaje de terror de todos los tiempos es, sin duda, Drácula. Se le ha “recreado” de diversas maneras en libros, cine y televisión, pero la seducción que logran los vampiros, inspirados en el mítico conde, sólo tienen explicación en la fascinación del personaje creado por Bram Stoker, aunque algunos afirman que realmente existió.
Los zombis son otros que han ganado notoriedad con el paso del tiempo. ¿Quién no ha tratado de bailar como en ellos en Thriller?
Los de la casa
Venezuela también tiene sus propias leyendas que a lo largo del tiempo han inspirado miedo.
La Sayona y la Llorona son, tal vez, las más conocidas. La primera tiene su origen en una bella y elegante mujer que, como ánima en pena, se aparece a hombres infieles y, luego de seducirlos, los castiga. Cuentan que su leyenda está inspirado en el caso real de una mujer que, por celos, mató a su esposo y nunca pudo pasar a “la luz”.
En cuanto a la Llorona, historia que ya forma parte de la leyenda latinoamericana, es el alma de una mujer que mató por error a sus hijos
y se aparece, preferiblemente, de noche atormentando a quien la escucha con su llanto inconsolable.
La loca Luz Caraballo también perdió a sus cinco hijos y pena por el páramo andino buscándolos. Según cuenta la leyenda, dos de ellos se habrían ido con Simón Bolívar a librar batallas y no volvieron.
El Silbón es el hombre más famoso de las leyendas venezolanas.
Se
dice que se aparece en el llano venezolano y colombiano, con un costal
de huesos y que fue condenado a pagar pena eterna por su madre, luego de
que, según el cuento, él asesinó a su padre.