La frase no tiene desperdicio. «El día que este grupo se convierta en
una maquina de hacer dinero la banda se acaba». Eran palabras de Paul Stanley
en el 84. Acabada o no, los estadounidsenses han seguido siendo uno de
los baluartes más importantes del hard rock en los últimos años.
Ya que el año que viene cumplirán 40 años desde que Paul Stanley y
Gene Simmons estrecharon los lazos de esta peculiar banda cuyos fans son
legión, llega su regreso tras tres años para liberar su nuevo monstruo.
Por razones legales han tenido que modificar la O del título de este
vigésimo disco en su cuenta, según comentaba Nacho Serrano. Sí, han venido sacando nuevos discos, con un cierto parón a finales de los noventa.
Vuelven con un disco homogéneo, sin un claro tema a modo de single,
sin pretensiones y con el sonido que les ha caracterizado. Con «Monster»,
los cofundadores originales de la banda, junto al guitarra Tommy Thayer
y al batería Eric Singer, muetran de nuevo su esencia, el impulso que
les motivó por primera vez a coger las guitarras, sus lanzallamas y
maquillarse. «Monster» descansa en riffs pesados, primitivos, primarios,
sin artificios, con gran protagonismo de las líneas del bajo, y con
Simmons y Stanley intercambiando voces en los temas más pegadizos.
La primera parada así lo representa. «Hell or Hallelujah»
tiene todos los componentes para ser el tema más recordado, no solo
porque sea el primer sencillo, pero contiene esa fórmula Kiss y puede
funcionar genial en el directo antes de la explosión de un hardrockero
tema que va cobrando fuerza. El disco da un giro con «Back to the Stone Age», que hechiza con su riff entrecortado.
Los «oh yeah» de «Shout Mercy», que bailan sobre los toques de Eric Singer, anticipan a otro de los temas con una cadencia especial. «Long Way Down», con algunos toques ledzpepelianos, enlaza con «Eat yoyur heart out», muy al estilo de David Lee Roth, y una intro coral excepcional, que le da un toque a lo «Heaven's on fire», de su tercer álbum «Animalize».
Se suelta el gatillo en «Outta this world», que
recuerda en parte a «Shock me», ante de nuevo el tambor atronador de
Singer. Me gusta especialmente el sonido standard de «All for the love
of rock and roll», que se te instala en la cabeza al instante. Al igual
que «Take me down below». que bien podría ser «I Was made for lovin you»,
pero tiene un tinte acedecero total. Una melodía increíble, que es lo
mejor del álbum. En resumidas cuentas, no es nada del otro mundo, pero
vale la pena.