Autora de la novela Cincuenta sombras de Grey: “Sólo escribí mis fantasías”


Hicieron falta guardaespaldas y cordones de seguridad para ordenar a la masa de seguidores. No era para menos: en el estrado firmaba hoy ejemplares la mano que alimentó las fantasías sexuales de millones de mujeres en todo el mundo.
“Sólo escribí mis fantasías. Y, al parecer, muchas otras mujeres las comparten”, contó con sencillez la autora del best-seller sado-erótico “Cincuenta sombras de Grey”, E.L. James, a su paso por la Feria del Libro de Fráncfort.
La cita editorial más importante del mundo se revolucionó con la llegada de la autora británica, un fenómeno comercial que según su sello lleva vendidos más de 40 millones de ejemplares de su trilogía.
James, cuyo nombre real es Erika Leonard, recibió por la mañana a la prensa en su hotel de Fráncfort. Era la imagen de la normalidad: una mujer de 49 años con un vestido negro y gafas. Pero tardó poco en satisfacer las expectativas de los periodistas.
“Antes de que pregunten: tengo una vida sexual maravillosa”, contó con simpatía. ¿Hay entonces un modelo vivo del protagonista masculino de sus novelas? La autora sonríe cómplice: “Está arriba, en mi habitación”.


Pero lo cierto es que James se sorprende del revuelo que generó su visita y de la marea de fotógrafos y periodistas que, también en Fráncfort, se interesan por saber más de ella. “Soy una persona aburrida. Lavo la ropa en casa y esas cosas”, asegura.
Además, no contaba con el formidable éxito de sus libros. “Los escribí para mí, como un hobby”. James tipeó buena parte del texto en su teléfono móvil mientras viajaba de casa al trabajo.
Así surgieron los juegos eróticos entre una estudiante y un millonario que se convirtieron en uno de los fenómenos editoriales de los últimos años. Y tal vez de los próximos: “Tengo ideas para otras cinco novelas. Volverán a ser historias de amor eróticas y apasionadas”.
El público que se volcó a las fantasías de la trilogía es más variado de lo que parece. Según la escritora, una lectora le escribió que estaba releyendo el libro por vez 63. Otra le contó que su abuela y su hija eran también “fans”.
Pero la respuesta que más le soprendió fue la de una mujer que compartió el libro con su pareja. “De parte de mi marido: muchas gracias”, le escribió la lectora.
Por la tarde se ven pocos hombres en la larga cola que espera pacientemente que James les firme un ejemplar en la sede de la feria. La inmensa mayoría son mujeres adolescentes y jóvenes.
James niega que el éxito de sus libros se deba a que las lectoras los descargan de forma anónima para leerlos en un “e-book”. “Todo lo contrario: todas hablan sobre eso”, analiza. “Tal vez es lo mejor del libro: acerca a las mujeres entre sí”.




 
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