La controvertida actriz tuvo que abandonar el legendario hotel Chateau
Marmont por el impago acumulado de varias facturas, lo que provocó que
el dueño del complejo, Philip Pavel, le vetara la entrada hasta que
saldara la deuda contraída.
La artista estuvo alojada en dicho hotel durante cuarenta y siete días entre los meses de junio y julio y dejó a deber una cantidad que asciende a 37.000 euros, de los que invirtió 2.400 en el minibar y 550 en tabaco.
"Como sabe por nuestra correspondencia anterior, le debe al hotel un total de 46,350.04 dólares [alrededor de 37.000 euros] por su estancia, que comenzó el día treinta de mayo de 2012. Durante las últimas semanas hemos tratado de resolver esta cuestión sin éxito, de modo que lamento informarle de que no podrá permanecer en este hotel", rezaba la carta fechada a finales de julio que el dueño del complejo dirigió a la cantante, según publica TMZ.com.
A Lindsay se le ordenó salir del hotel a las doce del mediodía del día siguiente, uno de agosto, y, tal como se advertía en la misiva, se le pidió que no regresara.
Sin embargo, la deuda de Lindsay -que recientemente gastó casi 2.500 euros en regalarle una equipación de surf a su hermano- podría haber sido incluso más elevada si el dueño hubiera añadido al importe final el montante de sesenta euros que cuesta utilizar diariamente el ordenador portátil del hotel.
La artista estuvo alojada en dicho hotel durante cuarenta y siete días entre los meses de junio y julio y dejó a deber una cantidad que asciende a 37.000 euros, de los que invirtió 2.400 en el minibar y 550 en tabaco.
"Como sabe por nuestra correspondencia anterior, le debe al hotel un total de 46,350.04 dólares [alrededor de 37.000 euros] por su estancia, que comenzó el día treinta de mayo de 2012. Durante las últimas semanas hemos tratado de resolver esta cuestión sin éxito, de modo que lamento informarle de que no podrá permanecer en este hotel", rezaba la carta fechada a finales de julio que el dueño del complejo dirigió a la cantante, según publica TMZ.com.
A Lindsay se le ordenó salir del hotel a las doce del mediodía del día siguiente, uno de agosto, y, tal como se advertía en la misiva, se le pidió que no regresara.
Sin embargo, la deuda de Lindsay -que recientemente gastó casi 2.500 euros en regalarle una equipación de surf a su hermano- podría haber sido incluso más elevada si el dueño hubiera añadido al importe final el montante de sesenta euros que cuesta utilizar diariamente el ordenador portátil del hotel.