Lisboa, 10 nov (EFE).- Con un enorme despliegue de “atrezzo”, casi
una veintena de bailarines a su alrededor y estilo discotequero, Britney Spears cerró anoche en Lisboa la fase Europa de su gira con un concierto con estética de videoclip.
La artista estadounidense acudió a la capital lusa siete años después
de la última vez para presentar su último disco, “Femme Fatal”, otro
éxito de ventas de la cantante y con el que ya ha recorrido Europa y
EEUU.
El nuevo álbum, presentado a principios de este año, está significativamente copado por ritmos “dance” -incluso las canciones que tocó de otros discos anteriores estaban remezcladas-, alejado de su lado más pop y que recuerda al camino escogido por otras “divas”, como Lady Gaga.
Láser de colores, columnas de humo, chispas, fuegos artificiales,
continuo movimiento de luces, continuos cambios de vestuario y la
vertiginosa entrada y salida de decorados llenaron un escenario de dos
alturas en el que Britney no dejó ni un segundo de bailar.
El espectáculo presentó una estética muy cercana al videoclip, con una proyección en una gran pantalla situada a espaldas de la artista de imágenes en movimiento.
De hecho, incluso las voces que acompañaban a la artista norteamericana en distintos temas no procedían del escenario, donde nadie la acompañó físicamente -amén de los bailarines-, sino de quien aparecía en la pantalla, presente solo de forma virtual.
Precisamente, medios portugueses recordaban esta semana la polémica surgida en la última actuación de Britney Spears en Lisboa, en el marco del festival “Rock in Río”, cuando fue criticada por hacer “playback”.
La estadounidense tampoco dio motivos para silenciar a quienes le acusan de mover los labios sin cantar, brincando y corriendo por todo el escenario sin que por ello se reflejara aparentemente su voz en la mayor parte de los temas.
A sus fans, sin embargo, poco les pareció importar y no dejaron de bailar y corear sus éxitos más movidos, como “Up N’ Down” y “3″.
La cantante, de casi 30 años, presenta una imagen sexy, con más curvas que antaño, y la explota en el escenario.
Ligera de ropa, abrochándose y desabrochándose una
gabardina o contorneándose con algún bailarín, la antigua estrella del
Disney Channel continuó exhibiendo un estilo provocador.
Imagen que evocó también tocando alguno de sus éxitos pasados, como el “Baby one more time”
con el que triunfó hace más de una década, cuando mantenía una relación
con Justin Timberlake y proclamaba a los cuatro vientos su virginidad
durante los actos promocionales.
Estructurada en bloques de entre tres y cuatro canciones, el
espectáculo de Lisboa permitió ver bailar a Britney igual encima de una
Harley Davidson que de un Mini descapotable, en un barco egipcio, tras
los barrotes de una jaula o incluso caracterizada a lo Marilyn Monroe,
con la falda levantada por el viento.
Uno de los momentos álgidos del concierto -y repetido durante toda la gira- llegó cuando pidió un voluntario entre el público, lo que terminó con el joven “agraciado” esposado en una especie de barra vertical y ante el que se contonearon tanto Britney Spears como otros bailarines.
Primero el “Gimme more”, de su anterior disco, y después el “Don’t let me be the last to know”, la única balada que sonó en la hora y media de concierto, dieron paso a una versión remix de “Boys”.
Después, cuando se acercaba la hora del final, llevó al delirio a sus
seguidores con “S & M”, la canción que compartió con Rihanna,
seguida de “‘Till The World Ends”, un éxito en las discotecas de todo el mundo.
Entre el público reunido en Lisboa hubo mucho veinteañero, pero también menores e incluso alguna pareja de avanzada edad, además de un buen número de seguidores españoles, aunque ni aún así se colgó el cartel de agotado.
El tour “Femme Fatal” viaja ahora hasta los Emiratos Árabes Unidos (EUA),
donde estará el viernes, y se desplazará a Latinoamérica la próxima
semana y hasta el próximo 10 de diciembre, cuando está previsto el
último concierto, en Puerto Rico.