Danny Trejo: El "latino malo" de Hollywood se estrena como suegro


 
Sus señas personales son inconfundibles: cara angulosa y piel marcada, bigote tupido, un tatuaje de una mujer con sombrero que le cubre el pecho casi por completo. Danny Trejo es sinónimo de actor latino en Hollywood y, en casi 30 años de carrera, le ha puesto el cuerpo a más de doscientas películas y series.

Para muchos es el tipo ese que mete miedo, el cholo, el pandillero, el ex convicto, el tatuador o, cuando le ha tocado hacer 'de bueno', el guardaespalda o el boxeador. Todos papeles en los que su origen mexicano y sus rasgos latinos le han supuesto una ventaja a la hora del casting.

Pero, a los 67 años, Trejo ha superado la etapa del latino de reparto y ha asumido roles en los que, según dice, ha podido ir más allá del estereotipo.

"Primero que nada, estoy tan orgulloso de ser latino que la etiqueta no me preocupa. Yo lo abrazo, me ha dado mucho trabajo en esta industria. Pero ahora estoy en la etapa que siento que la gente me reconoce por ser un buen actor independientemente de ser latino", señaló el actor, en entrevista con BBC Mundo.

Para confirmarlo, su última película en los cines de Estados Unidos: A Very Harold and Kumar 3D Christmas, la tercera entrega de la saga de Harold (John Cho) and Kumar (Kal Penn) que se ha vuelto de culto para las audiencias jóvenes. Una historia donde la marihuana y la navidad son buenas razones para el humor irreverente y donde la tercera dimensión es, inusualmente, sólo apta para adultos.

Allí, Trejo se convierte en el Señor Pérez, el suegro del asiático Harold y el padre celoso de la también latina María, interpretada por la actriz de origen colombiano Paula Garcés. Nunca le habían tocado tantas líneas de diálogo, nunca le había tocado hacer de padre de familia con ambiciones de lograr una integración multicultural en épocas festivas. 'Harold and Kumar...', dice Trejo, es casi un rito de entrada a la madurez actoral. Con sweater con motivos navideños incluido.

De la cárcel al estudio

No es casual que los personajes de los submundos le salgan tan naturalmente: su propia vida le ha dado a Trejo experiencias de las que nutrirse, desde su niñez en las calles de los barrios aledaños a Los Ángeles a la adicción a la heroína y la estadía de más de 10 años en prisión.

En 1985, la actuación le llegó por casualidad. Mientras estaba dando testimonio en una reunión de rehabilitación de drogodependientes, alguien se le acercó para ofrecerle un papel de ex convicto.

Así fue que debutó en Runaway Train, junto a Jon Voight, y desde entonces no ha cesado su desfile por los sets. Le ha tocado compartir filmaciones con Johnny Depp, Al Pacino, Antonio Banderas o Charles Bronson, entre muchos otros.

Convertirse en uno de los 'actores fetiche' del director Robert Rodríguez le ha dado a Trejo algunos de sus papeles de mayor reconocimiento, como el Cortez de 'Machete' (2010) o, anteriormente, los de 'Érase una vez en México', 'Desperado' o 'Spy Kids'.

"Robert es uno de los mejores directores que hay, trabajar con él es puro gozo. Tiene una mirada completa de lo que hacemos y lidera la película, sabe lo que quiere y ama el trabajo. En eso es como yo en eso: trabajaríamos gratis si tocara', asegura el hombre.
En breve, tendrá además un protagónico en 'Venganza', a punto de estrenarse en Estados Unidos, y hará una aparición en la esperada película de 'Los Muppets'.

Sin estereotipos

En todos estos años, el actor asegura haber sido testigo de un cambio cultural en la industria del cine, donde el espacio para los latinos se ha extendido más allá de los estereotipos.

"Hay más hispanos haciendo papeles que no sólo son de pandilleros y sirvientas. Cuando yo era más joven eso no pasaba, pero a Hollywood ahora no le importa si eres latino o no, sólo si eres buen actor', compara Trejo.

Dice que han quedado atrás las épocas en las que un Marlon Brando podía pasar por mexicano sin que nadie en la audiencia se cuestionara la autenticidad del filme, tal como ocurrió en 'Viva Zapata', una biografía ficcional estrenada en los años '50.

"En la película, Brando hacía de joven Chicano y, para muchos, Zapata era como Marlon Brando. Eso ha cambiado ahora', opina el actor.
Pasar de aquellos papeles de latinos marginales a los más genéricos que acepta hoy, le ha ayudado a cambiar la percepción de sí mismo y a valorar los espacios que la maquinaria de Hollywood tiene para ofrecerle.

"Yo tenía miedo de ser estereotipado, todavía lo tengo: eso de hacer del Chicano malo lleno de tatuajes. Pero, espera un minuto: ¡yo soy eso, me veo así! Cuanto más abrace eso, más credibilidad tengo en lo que hago. Uno no puede pretender llegar a Hollywood y hacer lo que quiere, al principio tienes que hacer lo que te dan. Ahora sí tengo posibilidades de elegir".
 
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